Me
duele el alma. Al menos así me siento desde que la marea empuja mi corazón
hacia el horizonte de mis hundidas ambiciones. Empapadas todas ellas por la
marejada de lágrimas que destellan el frio fulgor de tu belleza en la mañana.
El sol nace doliente y el viento arrastra mi agitación de nuevo hacia ese
infinito horizonte donde se vierten los ecos de tu cántico mi querida Aurora.
La nostalgia no ha cesado de embadurnarme desde que saltaste de aquel
acantilado dirigiendo tu última mirada al cálido resplandor de la aurora. Desde
entonces no dejo de pensar en ti cada mañana que miro a la inmensidad desde mi
ventana. Te perdiste mi amor, entre aquel manto de olas que junto tu belleza
tanto amo. Todavía hoy sigo sin entender ¿por qué? ¿por qué tuviste que
abandonarme y que mal te causaba el mundo que te impidió contar con tu amado
esposo en vez de saltar en la locura? Dios te hecho tanto de menos mi amor...
Esta
mañana me he despertado pronto creyendo escuchar tu hermosa voz. Pero ha sido el silencio el
que ha nublado mis sentimientos ahogados todos ellos en la soledad que inunda
mi hogar. Me he unido a mis habituales
rutinas con los ojos tan despiertos como no ocurría en mucho tiempo y he salido
por fin de mi casa a pasear un rato por el muelle mientras oía el batir de las
olas. Allí afuera he sentido que hasta los pájaros me pedían embarcarme mar
adentro, al verlos volar hacia nuevas tierras al otro extremo del mar. Una vez
más rumbo al horizonte. Pero me he contenido y he regresado a mi solitaria casa
ubicada cerca de la orilla. Al entrar, una ráfaga de aire venido desde el
horizonte me ha susurrado mi nombre y ha entredicho la nostalgia de mi Aurora
pues era su voz la que acariciaban mis oídos. El amargo e incesante llanto es
lo que ha acompañado al gélido viento. Me he vuelto y he visto extinguirse el
intenso brillo del amanecer. Por lo demás el día ha proseguido monótono y
triste. Por la noche no he podido
soportar más tiempo lo lejos que me encontraba de tu compañía y me he embarcado
rumbo al horizonte dejando una estela de vívidos recuerdos
sobre la superficie del mar. Me he perdido en la oscuridad
de la noche mientras escuchaba tu voz llamándome...
Walt...¿por qué no me
ayudaste?
Susurra de nuevo el viento a medida que más me acerco
remando hacía el otro extremo del mar donde pronto volverá a brillar la
aurora... Aurora... perdóname por favor, de veras mi amor que lo siento tanto. No soy capaz de
seguir viviendo si tú me faltas. Eras lo que más amaba, solo a ti te necesitaba
para ser feliz... ¿qué voy hacer ahora? estoy de cansado de remar y
perderme, tratando de alcanzar el manto
de calor de la lejana aurora que con nostalgia me recuerda al calor de tus
cariñosas mejillas.
Walt te lo suplico
ayúdame...
¡Basta!
Walt mi gran amor, mi
único y dulce amor ¡ayuda!.
Por favor basta, que cese de escuchar tu voz. ¿por qué no
callas y me dejas, porqué me condenas a oírte todas las mañanas?. Ojalá pudiera
hacer que desaparecieras de mis recuerdos pero no puedo, no soy capaz de
olvidarte, no cuando eras tan radiante y bella.
Walt... ven... ven
donde nace el sol...
Donde el calor se
fundió con nuestro primer beso.
Llevo toda la noche remando soportando los fuertes
tumbos de las olas meciéndome lejos de la voz de mi amada, empujándome hacia mi
hogar donde habita el vacío de mi soledad. Yo lucho, me esfuerzo por remar más
fuerte y resisto la intensa marejada que atormenta mi deseo de mecerme en la
cuna donde duerme el sol. Rápido, antes de que despierte y vuele lejos la luz
de mis esperanzas.
Ya está amaneciendo y la reina de las estrellas
tiñe el cielo de felicidad alumbrando las nubes con diversos matices
anaranjados. Brilla el sol en un intenso color pálido con tonos amarillos en su
contorno como un ojo que vislumbra la perfección de su propio alumbramiento.
Yo continuo
remando cada vez más cerca de la aurora adentrándome en sus calurosas entrañas,
atravesando su blanca pupila como si de un portal a otro universo se tratara.
Quizás otro universo más alegre donde las lágrimas se evaporen y las sonrisas
irradien el auténtico calor de la felicidad.
Pero justo cuando termino de atravesar el sol solo
el último grito de mi amada se escucha antes de que la oscuridad extinga hasta
el último vestigio de luz en la totalidad del universo.
Pues este pobre marinero que navega solo hacia su
final cree haber despertado sonámbulo de un mal sueño y su tragedia abarca
hasta la absoluta oscuridad por su terrible ceguera. Hace tiempo que no
vislumbra un solo rayo de luz y la belleza solo entona el rugido de una
tormenta en la mar. Embraveciendo las olas que forman un profundo remolino
donde se vuelca su barca sobre el vacío. Como si fuera la pupila de su ojo
ciego, donde la luz muere al entrar.
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