Nocturno Secreto

martes, 15 de noviembre de 2016

Tristeza

Esta triste realidad
es el vacío de mi alma.
Fluye en mi sangre la soledad
cual río al mar del alba.

Perdí en tus ojos mi corazón
más añoro tu belleza.
Retazos de una hermosa perfección
que maquillaba mi tristeza.

Nunca supiste de mis lágrimas
ellas soñaban con rozarte.
Gélidos destellos del arte
brillaban junto a tus sonrisas plácidas.

lunes, 7 de noviembre de 2016

La Sinfonía del Dolor

Es irónico que escriba estas palabras tristes y enfermas. Ahora que la fiebre quema mis pensamientos y mi corazón arde con el calor de llamas azules. La melancolía ha sido siempre la cuna de mis sentimientos y también de las mejores cicatrices, de las más tiernas caricias…
Todavía recuerdo el día y el lugar exacto en que sucedió. Recuerdo todo de aquel instante menos el rostro. Tan solo el rostro se oculta borroso, mientras que su mirada permanece latente en mi memoria. ¿Alguna vez, cansados tus ojos de llorar al horizonte, has pedido auxilio sumido en la súplica de tu silenciosa mirada, mientras mirabas fijamente otros ojos? ¿Y has visto en aquellos ojos la misma tristeza que en los tuyos? Sentir que tu tristeza la comparte un extraño con quien acabas de cruzarte en la calle, que solo con mirarle y devolverte él la mirada, le has transmitido los secretos que te alejan de la tan anisada felicidad. Mientras este desconocido humano no entendía, solo se entristecía y se apenaba al verte…

La noche cegaba más que la intensa luz del día. La tristeza lloraba encharcando las aceras de la ciudad. La luna proyectaba su débil destello y un alma trajeada con sombrero y corbata deambulaba de regreso a su hogar. Una persona anónima que fácil se confunde entre la sociedad. Una persona más, una persona y nada más que una persona caminaba aquella noche, en aquellas horas, bajo aquella torrencial lluvia, bajo aquella oscuridad. Una persona sola penetró en la niebla de aquel parque creyendo atajar. Paseó sobre un suelo inundado donde cascadas de agua le resbalaban al caminar hasta que calló al fondo empapado de soledad. Sin embargo aquello no le importó, bastante le calaba ya el húmedo viento, la fría realidad. Sostenía su sombrero, sucediera lo que sucediese siempre sostendría su sombrero. Era un personaje peculiar tan similar a un inocente “dandi” era el perfecto caballero. Tan inocente y tan solo, que lloraba a la vez que temblaba perdido en aquel arbolado parque. No pudo evitarlo, era un inocente caballero y por tanto sacó su pañuelo perfectamente doblado. Lo desdobló con gentil mesura mientras le temblaban las manos. Hasta que empapado el pañuelo, en vano trató de secar los húmedos cristales de sus gafas. Pero era un perfecto caballero, tan inocente que entre desesperadas lágrimas esbozaba una triste sonrisa que le delataba y al tiempo sin misericordia le humillaba. Volvió a colocarse las gafas empañadas y caminó adelante sin pausa. De pronto, le pareció distinguir una figura que se avecinaba ante sus pasos. Una figura borrosa, empañada por la humedad de sus gafas. El aliento le tiritaba y distraído tropezó con una rama del suelo salpicando un inmenso charco perdiendo y cayéndose sus gafas. Nuestro “dandi” gimió de absoluta impotencia y rabia. Alzó la mirada y contempló horrorizado aquella figura que ante él se presentaba. Contempló un ser sombrío, una sombra distorsionada y empañada de dolor, un diabólico espectro de intensos ojos rojos fulminantes, que quemaban los ojos de nuestro “dandi”. En la cabeza de nuestro perfecto y temeroso caballero sonó la música de un espectral órgano. Mientras que en la mente de aquel ser de ojos centelleantes, en lo más profundo de sus sentimientos, vibraban en armonía melancólicas notas de piano. La gélida lluvia acompañaba el compás de la trágica sinfonía, hasta que las venas de nuestro protagonista supuraron cristalinas lágrimas que asfixiaron el interior de su alma…

Aquel día cuando nuestros ojos se cruzaron y experimentaste mi dolor. Cuando cada uno siguió su rumbo y dejó al otro atrás. Volvimos nuestras miradas, espalda con espalda, como dos caras de una misma verdad que se dividió en el tiempo. Yo aprendí una verdad que en el futuro finalmente florecería, entendí qué significaba el milagro de la compasión. Tú, en cambio, aprendiste que en la realidad existe el dolor y que las buenas personas, como quizás tú, pagan un precio por serlo. Por ello gracias, y perdona por mirarte… 

martes, 1 de noviembre de 2016

Transcendencia


Sempiterno cielo estrellado
armonía de tu belleza
fecunda tu luz mi esencia
brillo que el sol reza.
Vacío cántaro de la existencia
hecho del destello acristalado
que en reflejos el mar ciega.
Etérea materia eterna
infinitud de un vestigio olvidado.
Caos de bella apariencia.
Orden de vital trascendencia.
Océanos del silencio soñado
mecen tiempo y espacio
expanden el sueño creado.
Taciturno revelador misterio
confusa opaca transparencia
claridad del dios ebrio...

Inmortalidad del complejo verso
de la nesciente verdad del universo.