Allí donde la tierra se encuentra con el principio,
allá, donde anhelo estar cada noche que sueño.
Pero como siempre cada mañana me despierto
hundido en un somnoliento espesor sin tu aroma,
rendido a convivir con el monótono y triste vacío.
Te busco y sigo buscándote
más allá de la decepción de cada amanecer,
mas allá de ese enajenado recuerdo
donde contemplé tus preciosos ojos por primera vez.
Ando cada día con el sentir funesto
de que mis pasiones no llenan el ánfora de tu sentimiento,
de que soy esclavo de una ambición que me ahoga
y me oprime hasta hundirme en mi propio pecho.
Te busco más allá de ese inmenso sol,
lejos de la mentirosa luna que me ha robado la alegría,
lejos de esta tierra donde todo sabe a tierra
y no encuentro la ambrosía de tu amor.
Mi corazón late llenándose de lamento,
mi mente bulle con aguijones y recuerdos,
mi alma se corta con la afilada mirada de tus ojos certeros.
Y te busco y jamás te encuentro.
Abismos de nostalgia impregnan mis ojos,
ardor de rabia y de fiebre, de tenebrosos odios.
Porque no soporto la sequedad sin fragancia
de esta tristeza que me duele sin lágrimas.
La huella de desamor en mi corazón marcada
me ha cambiado, ya no sonrío al mañana,
ya no bailo con la belleza, solo veo una verdad.
Llenas la calles, los bares y los corazones de miseria.
Te he buscado más allá de mi realidad
dibujando espejismos en mi conciencia,
esclareciendo ideas o delirios
dentro de un baúl sin encontrar la esencia.
Y te he buscado en el aliento de un olvidado beso
que no soy capaz de recordar, quizás porque no existes,
quizás porque de un nocturno secreto soy preso.