que me hieren en el silencio.
He llorado de felicidad y tristeza,
al final, siempre derrotado por la indiferencia.
He dibujado flores y besos,
soñado caricias, bebido amor en excesos.
Excesos de ternura y cariño,
excesos de obsesión y pasión,
entrega de amor cual río.
He caído víctima de mi engaño,
me he levantado con el alma rota
y he vuelto a tropezar en el mismo peldaño.
La realidad fracturada cose la cicatriz de mi cabeza.
He sangrado mi propia hipocresía,
he sanado con la felicidad de mis amigos.
He calmado mi tristeza con poesía,
sollozando versos a una luna que en mi nostalgia habita.
Escribiendo metáforas que brotaban del jardín de mi alma
he renacido en el paraíso del parnaso.
He bailado con la incertidumbre
hasta rendirme a los pies de la duda.
He saltado al abismo de la locura
y me he guiado en la oscuridad
sin ninguna luz que el camino alumbre.
He respirado la armonía en soledad.
He sentido la victoria en la tragedia,
el aprendizaje de la catarsis,
y he derramado alegría en la comedia.
Pero la vida se consume sin que la agote.
El océano del sentimiento se hiela
y, al final, no hay ilusión que roce,
no hay alegría sin dolor que note.
Porque he cometido errores…
que me hieren en el silencio.
Porque he llorado de felicidad y tristeza…
pero al final, siempre vence la indiferencia.