que se ha infiltrado como un gusano en mi
conciencia.
Pero es inútil cuando la misma idea nace de la
tierra,
cuando todo a mi alrededor me grita con su
silencio
y no hay corazón que llene el vacío abismo que
siento.
No logro escapar del insensible reflejo de mi
odio,
del asco que vuelca sobre un lago toda la
inmundicia
que se acumula como suciedad en mi desperdiciada
vida.
No queda en mi pecho felicidad, ni en mi futuro, logro.
Nunca debí jugar a identificarme con las palabras,
nunca debí querer y desesperarme por sentirme vivo;
pero cada vez más intensa es la insistencia del
castigo,
el anhelo de dibujar por cada pensamiento una daga,
la tortura de existir y no tener ni honor ni
sentido.
Y siento que abrazo la pésima idea de mi
cabeza,
que se forma y define en mis turbios pensamientos
y ya no busco vivir para ser feliz, ni huir de mi
tristeza.
Solo quiero no desaparecer y destruir esa pésima
idea;
que no soporta ni la estéril tierra, ni el vértigo
del cielo,
que al agua convierte en sustancia de líquido seco
y al espacio asemeja a un invisible velo de
indiferencia.
Quiero creer que la solución sea perseguir mi sino;
al final solo queda vivir, morir, agarrar el puñal
del destino.