No he escrito este poema con ánimo de sermonear o de juzgar a nadie en concreto. Lo he escrito porque en parte refleja como veo el mundo. Además, considero que trata sobre lo que más merece la pena escribir hoy en día. Lo he intentado escribir lo mejor que he sabido.
I
¿Qué virtud en las calles brilla?
salvo el destello de cristales y sangre
de vagabundos que mueren de hambre.
Salvo el destello de soledades
que desgarran charcos y vida.
La ciudad es un lugar inhóspito
lo prueba la vacía belleza de la noche.
La ciudad es un lugar recóndito
lo ensombrece el fulgor del derroche.
Oigo el crujido de emociones que quiebran,
el profundo caminar de pensamientos que tiemblan.
Oigo el abismo de un silencio que truena
por un cuchillo que se hunde en la existencia.
¡Y crimen y suicidio se mezclan en la conciencia!
¿Dónde cayó
la nácar sonrisa de luna?
Se deshizo
su brillo en migajas de lágrimas,
se marchitó
como tiempo entre páginas.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
El viento gélido de la febril atmósfera
rasga las gargantas de los desamparados.
Las noches, enfermas de melancólica ópera
componen el drama de crímenes trágicos.
Y el público la amarga tragedia aplaude
con el adicto consumo de droga y arte.
Del río que bifurca la nostálgica ciudad
fluye la tristeza de rostros decaídos.
El ámbar de las farolas alumbra una realidad
vacía de sombras y llena de oscuridad y delirios.
Se han llenado los manicomios de nuestra
conciencia
y sus rasgadas paredes acolchadas ensucian su
blanca pureza.
Se han convertido en cárceles, los lugares de la
inocencia,
sus paupérrimas calles necesitadas de riqueza.
¿Dónde cayó
la nácar sonrisa de luna?
Se tornó
áspera sonrisa de acongojado llanto,
se bañó en
corrupción, egoísmo y espanto.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
Los silenciosos parques de la existencia
cortan los recuerdos con cristales de botellas.
Las jeringuillas de los barrios de la miseria
clavan sus agujas como mortales huellas.
En el pausado camino de la nostalgia
un anciano pasea su cansado corazón.
Sus gafas, húmedas de la emoción de sus lágrimas
empañan su mirada hacia un futuro sin amor.
Y en los silenciosos parques maquillados por el
alba
charcos de vómito y también tristeza malva.
Mientras vagabundos mueren en la madera de los
bancos,
como ataúdes pagados por el estado para lavarse
las manos…
¿Dónde cayó
la nácar sonrisa de luna?
Se perdió en
la niebla de la madurez.
Se quebró
con la débil vejez.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
Se apagó la
nácar sonrisa de luna.
Cuando la pobreza nubló el alma en la ciudad
amargura.
II
¿Qué virtud en el mundo brilla?
salvo la sequía y los campos con sangre
de niños y familias que mueren de hambre.
Salvo el destello de diamantes
que se valoran más que la vida.
El mundo es un lugar inhóspito
lo prueban las ruinas de países de oriente.
El mundo es un lugar recóndito
lo oscurece la tecnología de occidente.
Suena el sonido de estómagos que quiebran,
el profundo vacío que en sus bocas se llenan.
Suena el abismo de una venganza que truena
por un disparo que mella en la existencia.
¡Y crimen y justicia se confunden en la
conciencia!
¿Dónde
cayó la nácar sonrisa de luna?
Se deshizo
su brillo en migajas de comida.
Se
carbonizó como esclavos en la mina.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
El viento cálido de los desolados desiertos
arrastra consigo el humo de los proyectiles.
La arena se mezcla con la ceniza de los
muertos
mientras el sol estalla la sed en cientos de
países.
Hay una herida que se desangra de injusticia
en los macilentos sueños de escuálidos niños
sin alegría.
Hay una herida abierta cada vez que se cierra
nuestra empatía
y es esa herida más profunda que nuestra banal
avaricia.
Hay cadáveres bajo los escombros de la
inocencia
por culpa del dinero de nuestras cómplices
manos,
las mismas frágiles manos que votan a los
tiranos.
¡Hay escuelas que solo el horror de la guerra
enseñan!
¡Hay hospitales que semejan derruidos
cementerios!
¡Y cárceles que torturan con odio a sus
prisioneros!
¿Dónde
cayó la nácar sonrisa de luna?
Se tornó
áspera aridez de yermo,
se bañó en
dolor, desesperación y miedo.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
El corazón de varias personas arde
en el fuego de las llamas de la masacre.
Pero el corazón de pocas personas arde
con la voluntad para por los demás
sacrificarse.
Y así vagamos en nuestra ciega indiferencia
consumiendo felicidad a consta de tristeza.
Consumiendo la droga de nuestro corazón
cobarde
que tiembla ante la desgracia pero por huir
late.
Mientras que allí mueren sin la esperanza
que aquí con una sencilla inyección nos salva.
Y consumimos la naturaleza, la belleza y el
dinero
para consumir y consumir más placebo.
¿Dónde
cayó la nácar sonrisa de luna?
Se ahogó
entre el humo de la guerra.
Se enterró
como un cadáver bajo la tierra.
Se apagó
porque cayó su sonrisa de cuna.
Se apagó
la nácar sonrisa de luna
Cuando la bomba estalló en carcajada de
locura.