La tierra se mustia con cada
huella…
Seguramente esté siendo
un completo gilipollas por desperdiciar un pedazo de título como el arriba
escrito para esta simpleza de texto. Y sí, lo admito, me ha impresionado el
título e idiota de mí me lo tengo creído. Ahora mismo podría estar hablando del
absurdo sentido o pongámonos como filósofos y genios literatos: “Del sentido
absurdo” de nuestra vida. Yo que sé, podría compaginarlo con las devastadoras
glorias de la historia de la humanidad o de la inherente vinculación de su
esencia con la muerte. Pero la verdad, lo cierto, exacto e irrefutable, es que
sería más de lo mismo. Otra inútil huella capaz solo de mustiar la tierra.
Escrito queda, para que
encontréis mayores significados al título y así se convierta este absurdo autor
o autor absurdo en la víctima de su trágica comedia. En, sencillamente,
ridículo y simple objeto de profunda burla.
Sin embargo mi
intención era vanagloriarme con un minúsculo manifiesto para entusiasmar y
llamar al mundo a que cada cual compusiera su obra maestra, a que el arte dejara
su propia huella. Pero la tierra se mustia hermanos y se ha mustiado tanto que
ya no se distingue siquiera una huella. Solo descubro la sólida aridez de un
suelo, no de cemento o arena, sino de aridez de huella…
El arte no perdura y no
concibo que exista para perdurar. De no ser así el arte sería monstruoso, una
pesadilla en nuestra conciencia y torturada alma solitaria. Aunque quizás se
explicaría de esta manera por qué hay tanta tendencia a la superficial imagen
del genio atormentado. Y sin embargo es muy probable que hayan existido obras
de arte que aunque geniales hayan terminado olvidadas. Si el arte fuese
inmortal nuestra alma sería esclava y si no fuese inmortal nuestra alma sería
vana. Lo cierto es que no nos dio tiempo a descubrir si Dorian Gray se mantenía
trágica y eternamente joven o tan solo trágico y mortalmente joven. Hay no
obstante una persona que conozco, y con sinceridad un verdadero genio, que si
leyese esto me acribillaría con mis propias falacias. “Dorian Gray se ha
mantenido trágica, mortal y eternamente joven” pero no logro evitar pensar que
el libro como el retrato, termina envejeciendo en nuestra conciencia y que
debiera ser nuestra conciencia y no el cuadro la que nunca envejezca. Si debo
entregarme a un, llamémoslo como se quiera desde mi vulgar vocabulario, ideal.
Esa idea no reside en el arte pues como bien sabemos muchos “No existe lo que se dice un libro moral o
inmoral, los libros están bien escritos o mal escritos eso es todo” y lo
que determina que un libro está bien (pincelado) es nuestra conciencia.
Pero qué importa,
entonces, crear una obra maestra o la peor obra de la historia (como este
texto). Qué importa si al final el cuadro se deteriora en la vida real esté
bien o mal escrito. Si al final nuestra conciencia muere y el cuadro termina
por no reflejar la verdad de nuestra alma. O quizás sí la refleja y no es sólo
que no haya alma sino que a nadie le importa, tal como cada vez más me demuestra esta sociedad. El arte es artificial, el arte es
imitación de belleza y aunque también belleza es artificial… Belleza
artificial… como el alma.
Y quisiera, en serio
quisiera que el arte tuviese un mayor sentido para mí, pues me he emocionado,
reído, llorado , amado y odiado hasta soñar solo arte. Hasta comprender que
aunque físico y material no escapa su valor más allá de nuestra conciencia…. De
manera que debe expresarse para conducirse entre nuestras conciencias, el arte
debe contar la realidad ya sea alegórico o mimético, debe ser la expresión de
nuestra vida y que como nuestra vida triunfe o pierda con ella. Es su gloria tan
elevada como el culmen de nuestra vida y tan estéril como nuestro esfuerzo por
dar a luz una inmortal existencia.
Y la tierra se mustia
con cada huella… pero la tierra siempre termina mustiándose de alguna manera…
de modo que sea cada huella cada conciencia, que la tierra, al final árida, sea
entonces aridez de huella.