El abismo se ve demasiado bello y profundo,
su oscuridad y vértigo me enamoran.
Me he caído resbalándome de mis sentimientos.
La tristeza cura mi corazón con sus caricias,
inyectando en mis venas una promesa rota.
Me he caído arrojándome a la desesperación del
deseo.
El espejo refleja una lágrima sin reflejo,
un dolor sin gemido
y una felicidad tan honda como una ilusión de este
abismo.
Me he caído y me aterra que me rescaten.
Tengo miedo de perder este sentimiento que me da
forma,
estas imágenes que configuran mis sueños y me
tranquilizan.
Tengo miedo de matar la belleza en mi corazón
y que luego el crimen me manche con su desprecio y
soledad.
Me he caído a un vacío de lágrimas quebradas.
¿Y si resultase que la belleza no se encuentra en
la bondad?
¿Y si fuese la bondad un acertijo del destino para
merecer la belleza?
Ya no veo diferencia entre perseguir la luna y
desprenderme de su brillo,
entre pactar con el diablo y hacer las paces con
dios.
Quizás mi alma desposeída de mí me tortura y me
traiciona como yo a ella,
quizás mi sino sea asfixiar con un beso la
encarnación de lo perfecto
hasta que mi conciencia pague el precio de mi
hipocresía.
Estoy atrapado como una hormiga en una telaraña
y perdido como un amor que se confunde con su
narcisismo.
Me he caído y la soga del tiempo se ha cortado.
Me he caído y solo me salva un mar de recuerdos
desordenados.
Me he caído y tengo miedo…
porque es ahora cuando comprendo
que en mí queda algo más que existencia.