un corazón que se cura solo;
una obsesión por un reloj;
un silencio inmóvil en el tiempo;
un pensamiento en un laberinto;
una luz que recorre el universo;
un alma que aguarda a ser recordada;
un suelo gélido e inmutable;
una piedra escondida entre piedras;
los ojos firmes de un cadáver;
unos dedos que escriben palabras;
unas teclas que cliquean pulsadas;
una metralleta disparando balas;
una melodía ascendiendo su sonido;
la primera gota de lluvia que desciende;
el recuerdo que chilla en nuestra memoria;
la imagen que se asusta de su presencia;
la nada que se esfuerza por existir
para originar así la existencia;
el dolor en un inacostumbrado llanto;
la alegría en los ojos del amado;
la incógnita cortina que nos cubre al dormir;
el espejo que nos refleja cuando hay oscuridad;
el orgasmo más intenso, creativo y perfecto;
la distancia justa entre dos enamorados;
el olvido que nos protege con su secreto.
La paciencia es, extraño deseo, esa calma de la virtud
que aguarda al vicio de la tempestad,
después de que haya llenado el universo la luz.