lloro la sequía en el
silencio de mi miseria.
Perdido por un camino
confinado en la niebla
la oscuridad me guía
hacia una existencia errada.
La muerte sabe dulce
desde el corazón de su esencia,
bañado en el vacío y en
el pecado de la tristeza.
La emoción cortada, el
amor herido y la felicidad desangrada
desnudan mis sentimientos
arropados por el manto de escarcha.
Estoy muerto, cadáver de
la conciencia hundida en el abismo,
pagando el precio de mi
soledad querida y desalmada.
Escucho un coro de
ángeles que en burla recitan mi destino,
una orquesta de
carcajadas que me amarran a mi alma esclava.
Soy un necio que buscó
perderse en las ilusiones
enamorado de la
intangibilidad de sus besos y amores.
Estoy enfermo y existo
desahuciado de mis sentimientos,
sangrando la cordura de
saberme loco en mis pensamientos.
Reo de una inútil,
onírica inteligencia débil e hipnótica,
destruyo mi vida
salpicada con sangre de mi rabia.
Vencido por mi sombra
que me ha arrebatado toda luz y magia,
solo un necio, víctima
del negro velo de una estéril lógica.