Nocturno Secreto

sábado, 30 de septiembre de 2017

Poema

Este es un poema sin poesía
sin tristeza, ni alma
sin dolor, ni lágrima.
Es un poema más entre la vida
tan errática como improvisada
tan falaz como nuestra alegría.
Hay un vacío dentro de mi interior
la ceniza sepultó la arena
y la arena secó cada emoción.
Este es un poema sin arte
un cúmulo de versos sin magia.
No logro, no siento el milagro,
el don de obrar, escribir,
imaginar cada sentimiento
que broncea la esencia
como maquilla la realidad
cada palabra.
Estoy harto, y cada instante
es un goteo de desesperación.
Estoy harto.
Mi alma se vende
sin siquiera abandonarme,
sin permitirme ser inmortal a cambio,
sino despojándome al limbo amargo.
Es tan inútil seguir siquiera intentándolo,
persistir en vivir solo para destruir
y así imitar cada poema, canción o cuadro
y nunca, nunca olvidar ser olvidado.
Daría mi vida por oír recitar tu voz
por despertar de una pesadilla a tu lado.
Por sincerarme
y expresar mi personalidad sin timidez.
Por oxidar la cadena que me reprime
y dejar de ser el fantasma
que en la mazmorra de la nada habite.

martes, 26 de septiembre de 2017

Bebí soledad de la fuente de la vida

Sigo llorando esa soledad
que separa el mar del cielo.
Sigo rozando ese horizonte
que dibuja los versos que velo.
Soy preso de la hundida libertad
ahogada en olas que esconde
el sol reflejado en el océano.

Sueña esta estrella con el firmamento
esa radiante belleza que brilla azul sentimiento.

Sigo esperando loco
ese haz de luna
que ilumina solo
promesas de mi cuna.

Sigo llorando tu presencia
ahogado en mi escasez creativa
sin tinta que describa
los hilos de tu esencia.

Sigo en mi reino melancolía
henchido en estupor emblemático.
Arañando nostalgias del mediodía,
persiguiendo al dolor estático
frente al vértigo de lo apático.
Sumergido en mi tácita poesía.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Taciturno poema

No se asesinar la voz de mi demonio
si resucita en la oscuridad del silencio.
El mundo es ese todo que asfixia el ego,
la nada que mi ansiedad refleja en el espejo.
Y lloraría si llorar fuera verter odio
si la sal no escociese tanto cuando lloro.
Pero me margino a no imaginar tu decoro
a sangrar sangre y no sentimiento
a ser el oasis, la soledad en el desierto.
Pero al final lloro. Lágrimas por mi oprobio
y la sal no cicatriza la herida de este mar.
Navega el alma por el reflejo del cielo
creyendo rozar la libertad de lo inmenso,
sin siquiera su amatista tristeza cristalizar.
No se reconciliarme y volver a puerto,
no se morir, solo vivir en un mar muerto.
Me sincero en el abismo de lo incierto
en el vértigo del delirio de ver mi adentro.
Me sincero, preso del demonio azar,
esclavo de mi mudez, de un trono sin Zar.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Me pierdo por no encontrarte

Busco expresar para escribirte
decirte aquello que no consigo decirte.
Anhelo desnudar mi alma
y así poder arropar tu carne
siendo la piel que con caricias
deslice el tacto de tu piel suave.
Busco encontrarme al encontrarte
busco dibujar tu cuerpo al rozarte.
Tratar de no perderme,
ahora que no logro mirarte.
Intento desnudar mi alma
y así poder arroparme.
Desnudar mi alma,
desvestirla de soñar expresarte.
Pero me pierdo en cada sombra
en cada timidez y sentimiento,
en esta ansiedad que la ansiedad desborda.
Y me pierdo en el dolor que siento
en este hondo pozo de mi adentro.
En esta soledad que mi vacío asombra.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Lo siento...

Me descarrié del camino
buscando el tacto de tu sentido
persiguiendo recorrer tu piel
hasta encontrarme en tu cariño.
Me distraje con tu bella tez
me perdí en el infinito
y ahora no siento el final de mi latido.
Me desnudé al amparo de tu abrigo
tiritando infeliz el eco
del latido que no alcanzo pero anhelo.
Me enamoré de tu hermosura
de tu tristeza e inteligencia tan pura.
De ese cielo de sentimiento
que al verte bebo
y preso el ego ahogado en verbo
de mi boca expreso el deseo de tu beso y aliento.
Te idealicé en el fuego que arde mi pasión
y al final me abrasé en el delirio.
Pero lo hice…
Porque solo así me deshice de la fría emoción
y pude quemarme con el alivio,
de sentir la ilusión de sentir tu corazón.
Pero por favor lo siento…
Jamás quise de este ideal
un trágico final tibio.
Mas es tarde y lo siento…
Ya no hay instante sin arrepentimiento.  

jueves, 7 de septiembre de 2017

El Abismo del Espejo

El espejo reflejaba la oscuridad de su existencia. El mismo vacío, la misma nada, la única huella que proyectaba en nuestras almas su ausencia. Su enjuto y pálido rostro demacrado por sus ojeras, parecía reblandecerse en la debilidad de su tristeza. Su espíritu se rendía al temor de reflejarse en aquel espejo y asustado se cegaba tratando de penetrar en aquella inerte y cristalizada conciencia. Aquel espejo en que se miraba parecía reflejar la noche como niebla de su alma. Parecía expresarle su mirada más sincera, su sentimiento más profundo, incluso, su pensamiento más secreto. Y veía, ahondando en su opaca oscuridad, la claridad del misterio.
Su latido se aceleró con estremecida fuerza y su pulso temblaba agitado como su cuerpo, mientras se contemplaba en ese ideal que nublaba su mente. Hasta que se abandonó a mirarlo con devota admiración. Casi sentía acariciar la intensidad de su propia mirada sobre la superficie del cristal. Casi, la afilada oscuridad, le cortaba las yemas de los dedos cuando rozaba aquel frío espejo. Entonces sintió desmayarse su íntima esencia. Y no evitó aterrarse ante el escalofrío que le recorrió el cuerpo. Sin embargo aquel escalofrío, sentía, le había devuelto el contacto con la realidad. El espejo se encendió en la imagen de su cuarto igual que se había encendido su habitación a su alrededor, una vez tomado conciencia de ello. Sin embargo él temblaba, esta vez, como un impulso del reflejo de aquel espejo mezclado con su miedo. Igual que la invisible sombra de un pensamiento. Seguramente un eco, una ficción… o un espejo. Esas eran las extrañas sensaciones, las complicadas certezas que intuía, su real presentimiento. Decidió olvidarse de aquel espejo. Debía olvidarse, olvidarse por completo…
No obstante se atrevió a mirar una vez más, solo un instante, un fugaz segundo de inquieta curiosidad. Por suerte todo resultó ser normal. Y sin embargo ahí permanecía él, allí, justo en frente, contemplándose a sí mismo, mirando lo normal de ese espejo. Extrañado, porque en su interior nada permanecía real, tan solo existía, claro y evidente, un vacío presentimiento.
Apartó la mirada del espejo, la dirigió a la ventana de su cuarto y lo normal volvió a adueñarse del terror de su ánimo. A fuera la noche cubría un cielo nublado y la oscuridad se fundía con los árboles, edificios y la sombra de sus calles. Sintió retornar en su mente el silencio de su presentimiento, el mismo vacío, la misma nada, la única huella que proyecta la ausencia. Pero supo apartar de sí tan raros sentimientos. Se sentó en su silla parado a contemplar absorto el esquema que dibujaba en su cabeza sus pensamientos. Hasta que supo recobrar el entendimiento. Razonar. Comprender que era imposible. Pues aunque era capaz de apreciar el negro paisaje de la noche, no veía, era incapaz de ver el reflejo que debía proyectar la débil luz,  que iluminaba su habitación, sobre el cristal de la ventana. Y le abatió de nuevo el extraño presentimiento. Su figura petrificada. Esculpiendo, en el vacío de la noche, el miedo de lo incierto. Se repuso de aquella impresión y con costoso esfuerzo fijó su atención en lo opaco de las paredes, en lo sólido de su suelo, en la débil carne de su cuerpo… La débil carne de su cuerpo. Palpó su rostro mirándose en el espejo, su huesuda cara. Su delgada piel pegada a sus huesos como su tristeza a su alma. Sus ojeras abatidas por el sueño y su cabeza agotada de cansancio. Palpó su rostro… mirándose en el abismo del espejo. Entonces fue cuando creyó entenderlo. Creyó entenderlo porque el espejo le atraía, el espejo le mantenía vivo, despierto. Si no apreciaba ningún reflejo en la ventana sería porque él existía aprisionado dentro del espejo. Era como si su oscuridad realmente simbolizara la unión de su ser cayendo en el vacío de su propio abismo. De su propio reflejo. Un abismo tan real como su aullido de tristeza en el aletargado silencio. Y así fue como terminó. Alzó la mano, la acercó lento pero despierto hacia el espejo. Acariciando suavemente su superficie. Cortándose, con la oscuridad de aquel abismo, la yema de sus dedos. Hasta que de nuevo un escalofrío le petrificó a ser la misma muerte que el espejo.

El insomnio de la tristeza es un abismo más profundo que los sueños de la noche.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Culpable de mi baja autoestima

Borracho de sequedad,
de desilusión y arrogancia.
Borracho de soledad
borracho de cada resaca,
de sed, del licor de algia.
Ebrio, desmayado y borracho
harto de extenuar alcohol y labia.
Adicto a la desintoxicación
pagando nueva consumición.
Adicto a la adrenalina
de inyectarme autoestima,
a la adrenalina de la depresión.
Cambiar pobreza por autodestrucción,
autodestrucción a cambio de nada.
Enganchado a comprar mi libertad
desenganchándome de la felicidad,
de la auténtica adicción
la pasión de mi alma.
Para volver a cambiar libertad
por felicidad vana.
Borracho de hipocresía, de fama.
Borracho de ilusión,
alienado,
humedeciendo cariño sin amor,
buscando beber desilusión
en el húmedo reflejo de cada barra.