Nocturno Secreto

miércoles, 13 de enero de 2016

Nocturno Secreto



Taciturno y abatido, tan solo consigo sangrar un lamento a este pálido sentimiento que refleja un vacío papel sin tinta de mi genio. Mientras, un encenagado cementerio de palabras se pudre en los recovecos de mi cabeza. Nublado, mi cráneo en tormentas, padece la incisión de rayos que incendian de mi frente amplios y bellos prados de fresca hierva verde. Allí en ese lugar infinito tañen campanas de la iglesia del cementerio, tañen cual quebrar de espejos al reflejar la oscuridad de una antigua y maloliente habitación que encierra los recónditos saberes admirados en el horror del espíritu.

Otra noche más me levanto y sueño entre el hastío del insomnio...

Relajado sufro en silencio el relax de la densa y apacible luz de la noche que a los locos escita de entusiasmo mientras vibra el iris agrietándose por el interno dolor. Pero es ya anciana la noche y han de cerrar mis párpados las últimas hojas del cuaderno.


Hará dos años ya desde que escribí este polvoriento texto. Encontrado entre papeles envueltos en telarañas tejidas por la red que atrapa el recuerdo. Todavía, incluso después de dos años sigo recordando triste, sigo culpándome por desvelarme secretos que juré ocultarme. Hoy pronto terminaré con todo. Estas son mis últimas palabras, esta es mi última historia.


Eran las tres de la madrugada cuando solitario entré en mi baño negro, similitudes de aquel futuro dolor “alegro”. La luz se había fundido así que oscuro estaba el cuarto, era mucho mejor así. Se sentía calma y olvido… Había sido otra mala noche sin inspiración, seco, vacío de sentimiento pero lleno de una sed de tinta servida en blancos papeles que no se manchaban ni con sangre de mi odio. Estaba dispuesto a pasar toda la noche en vela, al igual que todo el mundo fuera en las calles riendo, disfrutando, emborrachándose… Quizás entre tanta falsa diversiónalguno de ellos en verdad estaría viviendo.
Llené la bañera de agua fría y cerré la puerta del cuarto quedándome plenamente a oscuras.
Estar allí me recordaba a los fríos baños en las playas de Asturias, a los que tristemente ya estaba acostumbrado. Un intenso dolor cubrió toda mi cabeza. Era una fuerte molestia que no me dejaba pensar ni respirar. Me ahogaba en angustia. Más tarde el dolor parecía dividirse, no, mi cabeza se dividía lo notaba, sentía como la idea de mi persona, felicidad, amor y odio pasaban a ocupar el lado derecho e izquierdo de mi cerebro dejando una fina separación en medio. Por último lloré, lloré como cinco minutos ahogándome esta vez en la felicidad. Pasada dos horas salí del baño y después de secarme me puse un pantalón corto y una camiseta de mangas cortas. Me dirigí al salón mientras en el techo retumbaban fuertes golpes que parecían de martillo. El timbre de la puerta sonóy los golpes del techo retumbaron con mayor intensidad hasta que justo cuando abría la puerta, sin mirar antes por la mirilla porque no me importaba quien pudiera ser, justo en ese instante los golpes cesaron.
En el pasillo vi una antigua amigacon el rostro pálido, los labios pintados de un blanco grisáceo y lucía unas fuertes ojeras que ensombrecían sus engañosos ojos negros. Llevaba puesto un vestido de novia a juego con el oscuro de sus ojos, rasgado por algunas zonas como en el brazo derecho, la espalda, o en la falda.

-    ¿Qué estás haciendo aquí?

De repente se desmalló y antes de que callera al suelo logré sostenerla y entre asustado y confundido la llevé y tumbé en la cama de mi habitación.
Entonces resonaron con mayor continuidad los tediosos golpes del techo, pues resultaban machacantes en mi dolorida cabeza que se esforzaba por despejarse muy lentamente.
Abrí la ventana para airear y me dirigí hacia la cocina entre la negra espesura de mi casa.
Los golpes finalmente cesaron, justo cuando escuché el sonido de cristales rotos en el baño. Así que corrí temeroso con lo que podía encontrarme y cuando llegué de nuevo la vi, apoyada su cabeza en aquel espejo roto, manchado de la sangre salpicada entre sus fisuras y su mano derecha, apoyada en la pared a la vez que herida por los incrustados trozos de cristal en su fina y delicada piel sobre la que resbalaba aquel líquido plasmático.


-    ¡Mierda! pero... ¿qué coño has hecho?, ¿por qué lo haces?...¡Joder! ¿es que no has cambiado nada en todo este tiempo?...

La chica rio ycayó de nuevo en mis brazos. Me abrazó y mientras se apretaba fuertemente contra mi pecho me habló con una tenue y dulce voz .

-    Quería sorprenderte como solía hacer antes, cuando por primera vez nos vimos y nos enamoramos... Solo un dulce instante más para poder recordar junto a ti...

Acto seguido nos besamos con la misma pasión con que habíamos amado largo tiempo atrás y excitados nos deslizábamos entre un mar de besos y caricias, de recuerdos por sensaciones hasta llegar a la habitación, donde,me miró sollozante, rogándome que nos tumbáramos y una vez allí desnudarnos y entregarnos al desenfrenado impulsodehacer el amor.
Mientras con mayor intensidad volvían a retumbar aquellos molestos golpes en el techo, no obstante, acompañados esta vez por prolongados gemidos de placer.
A la mañana siguiente me desperté y me encontré solitario en mi cama,tal como suponía, lasviejas costumbres nunca mueren…
El día era soleado sin ninguna nube que emborronara el cielo en tormenta y lluvia humedeciendo mi alma. No, era un día feliz, el sol brillaba y su calor se irradiaba desde mi corazón a todos los puntos de la tierra visibles. Era un excelente día para acudir trajeado como padrino en la boda de mi mejor amigo. Llegué a la iglesia, me saludé con la familia de la novia, con los conocidos y amigos del novio.
Llegaba el momento en que la novia entraba y todo el mundo expectante sonreía contemplándola emocionada y feliz con una hermosa sonrisa tímida tras su velo. Los novios se sonreían  y querían demostrándose su amor en sus miradas que brillaban de alegría. Todas las penas del alma se iban con solo verles, era imposible no envidiarles, te animaban y llenaban de esperanza. Te daba igual saber que el mundo no girase en torno a ti o a ellos pero aquella pareja en aquel indefinido punto del universo y su extensa infinitud lograba hacerte sentir lo contrario y continuar hacia adelante siempre fortalecido con el ánimo acompañado de una radiante sonrisa.
Cuando terminó la ceremonia nos reunimos todos en el restaurante charlando y riendo con viejos amigos, todos recordábamosespeciales momentos compartidos con los novios.

Más tarde todo fluía en destellos, la sala parecía encoger a mi alrededor y mis recuerdos precipitarse a una honda piscina de desconcertantes impresiones. Después de volver a mi casa mareado por el exceso de alcohol y la ropa empapada; me quité los zapatos sin desabrochar los cordones tirándolos donde fuese y me senté frente mi escritorio con las manos sobre mi cabeza mostrando una imagen decadente y alcoholizada de mí mismo al vacío que martilleaba en mis oídos dejándome plenamente sordo sin lograr escuchar una sola de mis súplicas porque alguien me ayudara. De pronto,nada más terminar de leer, el piano del salón comenzó a sonar y escuché un portazo que me pareció venía de la cocina….
Me quedé paralizado medio segundo y con el bate en mi mano me dirigí directo a la cocina entre el oscuro pasillo que enturbiaba mi alma junto la melodía del piano.
La puerta de la cocina estaba destrozada y todos los cubiertos y cajones desperdigados sobre el suelo.Escuché unas pisadas que se acercaban corriendo y en el instante en que me giré tras ver pasar todos los muebles de alrededor a la velocidad en que me volví la vi una vez más lanzándose sobre mícon un cuchillo en su mano. Me tiró al suelo rajándome la mejilla derecha y acto seguido logré quitármela de en medio empujándola, dispuesto a huir pavorido de la cocina. Mientras la escuchaba reír estrepitosamente haciendo eco en las negras paredes de mi corazón latente.Pasé por el salón y el piano dejó de sonar. No había nadie… No parecía que nadie hubiese estado en el salón tocando el piano y sin embargo lo había escuchado clara y concisamente en mis afinados oídos. Había dejado de sonar justo cuando yo había entrado…
Entonces me di cuenta que ella había dejado de reír y que todo permanecía en un espectral silencio. Me quedé pegado de espaldas a la pared mirando al pasillo esperando que apareciera mientras iba serenando latido a latido miagitación, comenzando a entender que no podía permitirmeser dominado por el pánico.

-    Siempre has sido un niño tímido, no lo seas pequeño. Sabes que disfrutas con esto tanto o más que yo.

Permanecí ausente en mi silencio sin responder  tratando de no escucharla. Debería haber escapado de casa o haber llamado a alguien pensé pero en el fondo de mis desordenados pensamientos sabía que ella tenía razón, todo esto me gustaba. Esta mísera y monótona existencia llamada por ignorantes “vida” culminaba su catarsis con el miedo que alimentaba mi corrompido espíritu por beber el veneno que bombeaba cada vez más rápido mis latidos. Me dolía la cabeza, respiraba de forma agitada al ritmo en que veía como se acercaba a mí aquella enigmática mujer que danzaba en la triste música que componía sobre las tibias lagunas su barqueroCaronte. La luz se había fundido y únicamente el fulgor nocturno alumbraron el blanquecino rostro de mi misteriosa amiga. Quién de nuevo se sentó a tocar el piano y yo me senté a su lado y lloramos juntos apoyados el uno en el otro mientras las teclas vibraban en las pulsaciones de nuestras extraviadas y rotas emociones.

Al día siguiente como era costumbre desperté nuevamente solo, otro ciclo constante que parecía orientarse a ningún lugar. Así que continué con mis rutinas diarias que excluían la recogida o limpieza del hogar, me duché un buen rato, desayuné. Me cambié listo para salir preguntándome si existiría alguna clase de individuo civilizado que  fuera capaz hoy día de convivir con su obsesiva autodestrucción incapaz de imponerse a si mismo una condición mucho más certera y resuelta de lo que podría ser la vida. Simplemente era un humano más en un cuerpo de hombre derrotado por el hastío y la vitalidad ahogada en diminutos vasos que obstruían la visión de una opaca mente disoluta por el alcohol. Caminaba entre las calles de Madrid en un continuo y desesperado intento de transitar cada uno de mis pensamientosiluminados por los faros de cada chirriante móvil que arrastra consigo la desgastada carretera de mis ideas. Llegué a un parque y allí volví a encontrarme con ella.

-    ¿Pero qué... Qué estás haciendo aquí? Déjame en paz

-    ¿Qué que yo te deje en paz? Dios Alex déjanos en paz tu de una maldita vez. Te dije que nos olvidaras, que haces aquí nos has seguido?

-    Pero que dices si eres tu quien me acosa todas....- En ese instante vi entrometerse a su marido

-    Alex creí que ya te había quedado claro cuando amenazamos con una orden de alejamiento judicial. ¡Ya basta!¡ No te queremos ver más!. ¿Te enteras?

-    Porque vienes Alex, es qué quieres arruinar nuestras vidas- Chilló Alicia con lágrimas en sus ojos.

Yo me quedé petrificado por la impresión que me causaba verla llorar por mi sola presencia, miré a Alberto y sin entender que les había hecho, entrecortado apenas me fluían las palabras y horrorizado por atroces impulsos de mi encenagada alma salí corriendo salpicando los charcos del parque empapado por la gélida lluvia de la mañana. Supe que aquel triángulo amoroso se había quebrado y mía parecía ser la culpa...Al menos eso pensé sin entender o recordar que mal había podido causar a mis seres queridos que poco a poco me habían abandonado al negro silencio de la tormenta de mis recuerdos.

Volví a mi casa y al entrar contemplé extrañado como la puerta de la cocina se veía perfectamente sin una señal de deterioro y como los cubiertos y cajones permanecían en su sitio expectantes a mi juicio. Fui directamente al baño y al situarme frente al encharcado espejo de mi habitación todos mis recuerdos se  volcaron con la misma facilidad con que cae el agua del grifo sobre el desagüe.  "Eres un error", "Ven vamos quédate, lo vas a pasar muy bien" múltiples sonidos ensordecieron mi cerebro. "todo te lo has imaginado " "siempre queda el suicidio"

Una atenuante risa y su ferviente eco se burlaba de mi persona...

Hasta que de pronto al encender la luz del baño y verme en el reflejo del estropeado espejo,entre el coágulo de mi inconsciente, rayado por el cuarzo y su álgido amatista, veíadistorsionada mi propia imagen."estás enfermo"

"¿qué es lo que soy?"

"solo un nocturno secreto"

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