para dejar de hablar del destino y comenzar a vivir.
Pienso que el camino es empedrado y cansado,
que la promesa del mañana es un amanecer que extingue fugaz su belleza,
pero es el sendero que recorren los príncipes para merecer heredar la tierra.
Porque cobijado se acurruca un sueño en mi corazón,
una luz que me muestra un reino de inocencia
y un valle de esplendorosa riqueza.
Busco hacer realidad la imagen que despierta mi interior
como no ha prendido ninguna llama cualquier otra ilusión.
Creo que he comprendido el nocturno secreto de cada uno de mis poemas;
el rayo de luz que me quema y al mismo tiempo me alienta;
la verdad escurridiza que me inflige soledad y cadenas.
Pues no habría victoria si no despertase sincero mi corazón,
si cada latido palpitase tan solo por un estallido que vuelve frágil un gran amor.
Deseo creer en el destino que agita mi interior
como una promesa de felicidad y redención.
Anhelo escribir versos de amor en una piel que acaricia una emoción perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario