en el profundo bosque del alma.
No siento el sol traspasar las ramas
ni el frío de la oscuridad,
solo el abrigo del aire y la nada.
Aire que llena de oxígeno la humedad
estancada en el barro de mi libertad.
No siento el sendero ni la esperanza,
tan solo el miedo que me atenaza
y echa raíces en la profunda tierra.
¡Cadenas de mi conciencia en guerra!
que rinden mi felicidad esclava.
Busco liberarme de mi ignorancia
siendo el sabio que recoja la savia
y nutra las hojas de mi nostalgia
hasta el otoño en que coloreen el alba.
Ese radiante cielo naranja
que no alcanza a respirar mi ánima.
Tan solo sueño con soñar
el sueño que me hará despertar mañana,
fuera del frondoso bosque
sin que me corte o rasgue
el enmarañado y afilado ramaje.
Tan solo espero poder podar
cada sentimiento que me enmaraña.
Pero cada vez más frondoso me araña
el tupido bosque sin alma.
Cada vez más me desgarra la soledad.
Y ser feliz y estar vivo
es regar con sangre el sacrificio.
Sangre de un rojo más intenso
que el cielo de la mañana.
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