y has aparecido en mi recuerdo.
Nuestras conversaciones…
Nuestras discusiones…
y siempre tu saber del que aún hoy aprendo.
He escrito con el corazón quieto,
con la mente en tu libro que leo
y que no deja de sorprenderme.
Aquel regalo que siempre me da ánimo,
aquella esperanza que me desprende
y me invita a soñar ser honesto.
La pureza de tu amistad
es de lo más sagrado que pierdo.
La tristeza de mi soledad,
te recuerdo y entiendo que la merezco.
No te pido que me perdones.
Solo confío poderte agradecer
aquel tiempo que me enseñó a perder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario