Sé que no existo en tu memoria,
lo demuestra el dolor de tu ausencia
lo escribe el olvido de nuestra historia.
Sé que no perdonas mi conciencia,
lo reafirma mi constante vergüenza
lo evidencia nuestra despedida insatisfactoria.
No sé que pinturas o melodías lloras
o si la vida te acompaña cuando estás sola.
No sé que oscuridad o luz te atesora
ni si tus bellos paisajes todavía moras.
Pensé en buscar tu nombre y escribirte
pedirte si después de tanto me perdonas,
te necesito para saber si soy la misma persona.
Aquel a quién tu mirada tanto odia
aquel… que se perdió en su propia parodia.
Pero mi certeza es tu despedida silenciosa…
Y la mayor prueba de mi cambio
es desterrarte en esta hoja.
Y la mayor prueba sin embargo
sería no pensarte en cada oda.
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