No sé cuántos poemas, cuantos versos, cuantas estrellas deberán extinguirse en mi pecho;
hasta que llegue el día que te vuelva a abrazar, besar, amar.
Te quiero, te amo, te necesito,
sólo tus ojos son el alivio de mi corazón porque rutilan un fuego mayor que el de cualquier cielo o infierno.
Porque la contradicción es el baile de tus sentimientos en la barca que rema mis deseos,
el enigma de una mirada llena de ternura y cariño, de dulzura y abismo.
Eres el amor encarnado en el amor, el amor encarnado en dios.
Mi diosa, mi ángel, mi aliento más sincero.
El ser que cobija mi felicidad en mis sueños.
La luz que incendia la oscuridad haciendo estallar el haz en millones de átomos, tu cuerpo.
Mi mente naufraga en el océano de tus palabras que arden con cada recuerdo.
La existencia es esa promesa de ansia y anhelo que garantiza que seas mi alma;
la transparente belleza que envuelve como un aura tu forma,
el cariño eterno de nuestras lágrimas.
Te echo muchísimo de menos.
Lo siento.
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