Quisiera que nos viéramos, como dos desconocidos que se enamoran al cruzarse en la calle. Tus ojos pulidos en llamás del edén y tu sonrisa brillando en mi corazón. Porque no brillo en este infierno que significa sentir y no romperme en el paraíso de tu amor, a tu lado, obsesionado con verte constantemente, mirarte y desesperarme con desvelar quién eres. Cada una de tus pupilas son flechas prácticamente invisibles que destellan emociones.
Pero... la vida es otra cosa. Escribo pausado pero sin conciencia de lo que pretendo decir, tan solo expresando lo que anhelo contarte en cada segundo. Y tras haber confesado mi obsesión una vez más deseo preguntar algo que no tengo ni idea de cómo hacerlo.
No lo preguntaré aquí.
Ahora tan sólo deseo que nos arañemos; que nos lamemos las uñas en vez de las heridas.
Porque ¿para qué tenemos uñas si no?
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