como un reflejo de cristal roto.
Te busco detrás de cada sentimiento
como la luz que dibuja la sombra.
Te busco en la madera y en el cielo,
te busco y nunca te encuentro.
En mi solo queda la indiferencia,
la nada de un espejo frente al abismo,
la ilusión de un poema sin esencia.
En mí solo
queda estatua y materia…
en mí solo
queda existencia.
Miro el rostro de la nada
como el rostro de una verdad sin mirada
y en ese rostro escruto tu mensaje;
el eco del silencio responde a mi silencio:
el mío es externo, el tuyo es fraude.
No queda corazón en mi alma,
se ha ahogado el alma en mi ser.
Queda un océano de indiferencia,
un cadáver bajo el astro de la sed.
Pero no me importa.
No busco anexionar tu ser a tu esencia,
no me frustra tu ego más que mi conciencia.
Antes anhelaba tu conocimiento
ahora solo anhelo no anegar la paz
siendo el ser humano que merezco.
He aprendido que soy una mala persona,
he aprendido que se puede creer en el infierno
aun negando la plenitud del cielo.
Y sin embargo tu entidad no me importa…
No creo en tu justicia redentora,
tu reino celestial de pecado sin memoria.
¡No creo y no lo quiero!
Pero ¡ay! recóndito habita un temor interno
y como a un monstruo me transfigura el paso del
tiempo,
tengo miedo de no ser el humano que merezco.
Tengo miedo…
En mí solo
queda estatua y materia…
en mí solo
queda existencia.
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