He visto un corazón plasmado en un rostro,
un sentimiento en dos ojos,
un mineral roto, cortado en reflejos.
He recordado algunos de nuestros secretos.
He leído un poema antiguo como mi infantil inocencia
y he sangrado el deseo de olvidar, unido a un posterior deseo de vio…
Se confunden las sensaciones, las palabras en una intensa experiencia.
He visto a un ingenuo escritor dudar de una promesa
que está rota en un segundo cajón de mi mesa.
He visto esa pulsera que anuda un poema
con versos de Shakespeare, aunque nunca con sobrada inteligencia.
Ahora me aferro a la paciencia,
la misma que me consolida en el parnaso,
la misma que me acerca a cada uno de tus preciados labios.
Y siento que este texto es extraño,
porque una vez lloraba y ahora abrazo el daño,
porque recuerdo una rabia que estando juntos calma.
Deseo escribir en tu cuerpo cada una de nuestras íntimas y sensuales palabras.
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