como ebrio y melancólico,
siento el mareo y la pena
que me hunden en el delirio.
Locura de no ser mi sino,
sino solo ser charco estancado,
camino brumoso y opaco,
soledad crucificada sin martirio.
Desgarrado está mi pecho,
corazón roto que bombea nocturno
el insomnio que bebe silencio oscuro.
La ciudad, intensa, brilla con el destello
de luces que son artificio y murmullo
del dolor maquillado por el consumo.
El vacío del estrellado cielo
se traga todo don diurno.
¡No hay felicidad con estrella!
¡No hay realidad que sea bella!
El amor se quebró en el crepúsculo.
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