Nocturno Secreto

lunes, 6 de febrero de 2017

Pero yo a ellos sí... siempre...

Terminar de escribir abre comienzo a un inagotable vacío. De niño experimentaba el vacío por cuestiones nimias. En general por la preocupación de no saber en que invertir mi tiempo. Lo cierto es que siempre me ha perseguido el maldito dolor burgués, la pesada tristeza aristócrata y la urgente necesidad de sentir en mi corazón suaves caricias, entregarme al cálido abrazo del cariño. Termino de escribir y la realidad me envuelve en suciedad, infecta el polvo la alegría que respiro. Y los peores momentos son cuando no tienes nada que decir. Cuando tus palabras se repiten y la mímesis de la técnica se burla de tu ingenio gritándote “Hoy no eres un poeta niño, tu musa, se ha hartado, ya no quiere estar contigo” Ni siquiera mis poemas me echarán de menos...

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