Soñaba de niño con fría cerveza
que suda la sed de su belleza.
Bebía en mi imaginación
el perfecto sabor que era el alcohol
un licor de ámbar y riqueza.
Mi felicidad era el whisky y su color
tan suave que su frío quema.
Soñaba con la dulce sangre del ron
que de mi amargo corazón
su seco vacío llena.
Bebía y largo el ardor sentía
quemando el dolor de la melancolía.
Pero bebía tanto y tanta sed bebía
que ahora mi alma sufre esta resaca
que mis cortados labios no encharca
y en una densa nostalgia
trago
pero ningún licor cura o siquiera,
sacia
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