ahogando nudos de amor en mi garganta.
Camino por la ladera ciego
y llorando poesía, derramando mi alma.
Derramando un alma que ha envejecido
más allá de la anciana luz del mañana.
El futuro es como un río
que se precipita hacia el abismo;
una tristeza que maquilla el alba.
Me siento temblar sobre este precipicio,
me siento tiritar de nostalgia.
Camino por la ladera del vértigo
ahogando nudos de amor en mi garganta.
La muerte es gélida y pálida, fría tez blanca
que hiela la sangre de mi corazón
pero que enamora con su dulce calma.
No se conciliar metáfora y razón,
no se lidiar con el amor, inerte corazón en ámbar.
El cielo se tiñe de madrugada
mientras la luna se desmaquilla de nácar;
mientras el sol nace como un resplandor
que marchita las luciérnagas de mi interior.
El día es fulgor cruel y deslumbra al vacío
que bordea mi acantilado;
me incita a perderme en su frágil destino,
a asfixiarme, con el nudo de amor desanudado.
Desanuda pues, que así no se puede deglutir en condiciones.
ResponderEliminar