Nocturno Secreto

lunes, 15 de mayo de 2017

Fantasma

Dios mío, he visto a un fantasma… Tenía la cara pálida y demacrada, con unas profundas ojeras negras de muerto viviente. La barba abundante envolviéndole prácticamente el rostro y un aire peculiar, quizás sería su atractivo… Sí, esa apariencia irreal a lo Stanley Kubrick, esa deformación grotesca de la personalidad en su estigmatizada mirada de genio loco. Pero sobre todo y lo que más terror me evocaba era, aquel destello, brillo distraído en sus ojos, aquella endemoniada lucidez con que me estudiaba. Aquella sátira ironía, absorto en el infinito que asesinaba con cada débil pestañeo. Era la expresión de un enfermo. Enfermo porque por primera vez en mucho tiempo había comprendido el significado real de lo que implicaba despertar. Enfermo porque me miraba y escudriñaba cada vez más hondo, penetrando en mis martilleantes pensamientos. Enfermo porque estaba allí, justo en el espejo y no podía evitar llorar al verlo.

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